jueves, 28 de noviembre de 2013

LUIS ADOLFO DOMÍNGUEZ COMENTA...

CHISMORREO DIZQUE LITERARIO: Si he de continuar con el chismorreo extraliterario, puedo decir que el Tríptico fue escrito casi todo de pie y en traje de baño o con muy poco más encima. Livingston tiene un restirador, de esos de arquitecto, no de inquisidor, y en esos aparatos se tiene que estar casi de bruces y parado. Cuando se trata de dibujar la postura debe ser cómoda; escribir a máquina allí debe provocar dolores de espalda insoportables, pero Livingston delineó su libro, como diría Manuel Acuña: “sobre la plancha”. Agréguese a esta decoración un retumbante autoestentóreo que se deja oír hasta la sala, reproduciendo las modulaciones de Petula Clark, muchas lámparas de luces en colores absurdamente diversos... y grabadoras, muchas grabadoras de todos los decibelios imaginables, con audífonos, con “estetoscopios” que introducen el sonido hasta la ultima neurona, con micrófonos largos, angostos, redondos, dorados. A la izquierda hay un bar-barco; a la derecha un muelle estilo couch y aventados por todas partes taburetes y cojines. Además hay un radio de mesa y una mesa chaparra y grande, llena de pipas, ceniceros, medallas que ganó en natación, tapavasos, mezcladores, libros, llaveros... Los diplomas que ha tenido por sus tres carreras profesionales; cartas de felicitación de presidentes y primeros ministros; documentos que —como él mismo dice— en momentos de angustia y depresión le elevan el ánimo porque son los reconocimientos de su valor por gentes e instituciones prestigiosas, llenan completamente las paredes así como caricaturas y dibujos que le hicieron Guasp, Cabral, Marlan y otros. Yo pude contar hasta 50 cuadros. Ese es el escenario durante la noche. Tres o cuatro horas después de acostarse, Livingston se instala en la mesita de su jardín. Allí, teniendo bien a mano sus botellas de vino y whisky, queso, refrescos, pipas, grabadoras y más, continúa escribiendo. Interrumpe de vez en cuando el proceso de recreación para levantar sus pesas, dar unos drivers de golf, tirar algunos pases de fut, o simplemente pasearse por el ejido. Así continúa hasta que oscurece y vuelve entonces a su estudio mágico.
La escena de alguien escribiendo en medio de la decoración antes descrita sugiere más el cubil de un alquimista que la mansión donde se gestan las novelas. El aislamiento más radical, más íntimo, de nuestra época es de origen electrónico.
Una muralla de música separa al editor del mundo circundante, y así como nadie puede escribir ahora ignorando secuencias y técnicas cinematográficas, es imposible crear obras que no tomen en cuenta el ruido de la música, los nombres de los ritmos, los títulos de las canciones. Julio Cortázar juega a la rayuela casi constantemente suspendido entre la dialéctica y Dizzy Guillespie. Livingston escribe los sonidos de una cinta magnetofónica; ahora todos tenemos que ser fonoescritores.
En cierta forma, puede ser tan importante el sonido para este libro, que significa la definición misma del estilo, o del escritor, que es lo mismo según la repasadísima frase de Buffon. En este caso la grafía casi viene a ocupar un segundo plano, porque Livingston atiende al sonido de las palabras y a su significación, para perderse en derivaciones interminables, que la declinan, la apocopan y la someten a metátesis inverosímiles. Las libertades ideográficas se suceden, las ortografías surgen como tour de force, como reto a la Real academia, que importa una pura y real nada a estas alturas, en momentos en que limpiar, fijar y dar esplendor parece más propio del champú Breck que de una docena de señores que, si no son millonarios, por lo menos llegan a centenarios fácilmente.
Livingston escribe por asociación de palabras y de ideas. Fiel a su postura rebelde frente a las instituciones, tiene pasajes trazados con mala intención, saltando renglones, escribiendo de cabeza y quitando signos de puntuación entre otras cosas, pero no es eso lo que podría definir su estilo, porque se revela más claramente en los juegos con términos semejantes en sonido, o de plano homófonos, pero empleados con astucia.

  • Livingston Denegre-Vaught Charruf Esto sí me gusta, así quiero que escribas nuestra novela, cuéntala tu y si puedes incluye mi aventura en la vida como resultado a mis experiencias vividas contigo y mi mami y mis hermanos porque no sólo fuimos una gran familia sino seguimos siendo una ...Esto sí me gusta, así quiero que escribas nuestra novela, cuéntala tu y si puedes incluye mi aventura en la vida como resultado a mis experiencias vividas contigo y mi mami y mis hermanos porque no sólo fuimos una gran familia sino seguimos siendo una familia digna de una novela que hable de amor, dolor,aventuras y demás peripecias.
    Te quiero mucho, me da mucho gusto que empieces a escribir y crear porque sí alguien es digno de un premio literario eres tu, pero tienes que dejar de escribir quejas y de abusos que sólo te hacen perder el tiempo y te distraen de tu verdadero potencial y capacidad.
    Te amo hoy y siempre, le doy gracias a Dios por haberme dado un Padre tan Padre del cual siempre estaré orgulloso sin portar las piedras del camino porque somos piedras en en el camino andamos!
    Ayer a las 13:14 a través de celular · Me gusta





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